Marta Romero
Enfermera del Servicio de Nefrología
Hospital Universitario Arnau de Vilanova

Los pequeños detalles son los que marcan la diferencia. ¿De qué sirve canalizar perfectamente una FAVI si luego no le pregunto a mi paciente cómo se encuentra?

De nada, no me sirve de nada. Seré una enfermera mediocre si actúo así. Dejemos los egos a un lado y procuremos dar lo mejor de nosotras mismas cada día.

Es una tarea difícil, puesto que el día a día nos empuja a un ritmo trepidante, donde en muchas ocasiones nuestro objetivo primordial, que es dar una asistencia de máxima calidad, se ve mermado por circunstancias que se escapan de nuestro alcance. Pero la intención debe ser esa, ser la mejor versión de nosotras mismas en cada interacción con nuestros pacientes y sus familiares y con el resto del equipo asistencial.

Formar equipo no es siempre tarea fácil. Las diferentes personas que lo conforman, cada una con su historia de vida y con su personalidad, hacen que el entendimiento entre ellas sea un objetivo a alcanzar puesto que, en gran medida, de ese entendimiento dependerá el resultado en cuanto a calidad asistencial.

Debemos salir todas a ganar, dejando los propósitos exclusivamente personales a un lado y teniendo en mente que, si formamos un buen equipo, nuestros cuidados serán mejores.

El respeto, la escucha activa, el liderazgo, el debriefing, la convivencia entre diferentes niveles de experticia, la compasión, la empatía, la comprensión, la humildad… son elementos que deben estar presentes para constituir un equipo enfermero magnético. Pero no magnetismo repelente, magnetismo que atrae.

El paciente con enfermedad renal que está en hemodiálisis pasa muchísimas horas de su vida con nosotras. De hecho, formamos una familia, sí una familia… llamémosle familia clínica, pero en definitiva, los lazos de confianza, de respeto y de protección son los mismos que en una familia propiamente dicha.

Como dice Víctor Küppers, la fórmula es la siguiente:

V = (c+h) x a

Dónde V es valor, c son los conocimientos, h son las habilidades y a es la actitud. Véase que “a” multiplica “c+h”. Esta fórmula hace referencia al valor de las personas y en este caso lo podemos extrapolar a las enfermeras, que somos nosotras. Nuestra actitud es lo que hace que nuestro valor como profesionales sanitarias marque la diferencia. Los pacientes se van a acordar siempre de cómo se han sentido con nosotras.

Calidad es aquella estrategia que consigue una mejor salud. Partiendo de esta base, debemos tener en cuenta que calidad no es solo la percepción que tiene el paciente sobre el proceso asistencial. La eficacia, la eficiencia, la efectividad, la optimización, la aceptabilidad, la legitimidad y la equidad son los 7 pilares de la calidad según el maestro Avedis Donabedian.*

Eficacia: capacidad de la atención sanitaria para conseguir mejoras en la salud. La mejor actuación posible, en las condiciones más favorables, según el estado del paciente y en unas circunstancias inalterables.

Efectividad: es la mejora de salud alcanzada, o qué se espera conseguir en las circunstancias normales de la práctica cotidiana. Es el grado en que la atención cuya evaluación de la calidad se está realizando, alcanza el nivel de mejora de salud que los estudios de eficacia han fijado como alcanzables.

Eficiencia: el coste que representa cualquier mejora en la salud. Ante dos estrategias igualmente eficaces y efectivas, la de menor coste constituye la más eficiente.

Optimización: los efectos de la atención no se valoran en términos absolutos, sino relativos al coste de la asistencia.

Aceptabilidad: adaptación de la atención a los deseos, expectativas y a los valores de los pacientes y sus familias. En gran medida, depende de las valoraciones subjetivas del paciente en cuanto a efectividad, eficiencia y optimización. También se tienen en cuenta otros factores como la accesibilidad a la asistencia, los atributos de la relación enfermera y paciente y el confort.

Legitimidad: aceptabilidad de la atención por parte de la comunidad o la sociedad en general.

Equidad: principio por el que se determina qué es justo en la distribución de la atención y sus beneficios entre los miembros de una población.

Así pues, la calidad de nuestros cuidados enfermeros depende de muchos factores como hemos visto, pero el principal es nuestra marca personal.

¿Qué es la marca personal?

Como dice el gran Borja Vilaseca, la marca personal es al S.XXI lo que el currículum vitae fue al S.XX. Es aquello que nos hace únicos. Es aquello por lo que las empresas nos quieren, porque añadimos valor a su entidad. Somos seres únicos y nuestros pacientes también. La relación de confianza que establezcamos con ellos y nuestra voluntad de mejora diaria y máxima predisposición (asumiendo nuestro grado de error, porque la perfección no existe), hará indudablemente que la calidad asistencial sea el punto más importante de nuestra labor enfermera.