Dr. Vicenç Torregrossa
Adjunto de la Unidad de Trasplante Renal
Hospital Clínic de Barcelona

El trasplante renal se considera el tratamiento de elección en la mayoría de pacientes afectos de enfermedad renal crónica avanzada. De hecho, cada vez se reduce el número de contraindicaciones absolutas que quedan prácticamente reducidas a cáncer reciente (depende del tipo), consumo activo importante de drogas o alcohol, o situación clínica muy deteriorada con corta esperanza de vida, así como situaciones en las que no sea posible la práctica del trasplante (como por ejemplo, patología cardio-respiratoria que desaconseje la cirugía o alteraciones vasculares que impidan la colocación del injerto).

En el resto de situaciones, aunque obviamente se requiere individualizar, lo más probable es que se pueda llevar a cabo el trasplante renal. Un ejemplo muy significativo es el de la edad, que claramente no puede considerarse un criterio de exclusión. Ahora bien, hay que ser consciente de que, con el envejecimiento, aumenta la patología asociada, sobre todo de índole cardiovascular o neoplásica, así como la fragilidad y el riesgo de infecciones, de ahí que sea un ejemplo claro de necesidad de individualización. Si observamos los datos, la edad media de los receptores está aumentando constantemente en los últimos años con resultados francamente muy buenos.

Existen varias opciones de trasplante renal.

En nuestro país, el mayor porcentaje de trasplante renal se realiza de donante fallecido, siendo la causa principal la muerte encefálica. En los últimos años, se ha podido aumentar el número de trasplantes gracias a la aceptación de los denominados donantes de criterios expandidos (sobre todo de edad más avanzada) o los donantes en asistolia no controlada, también denominada tipo II de Maastrich (parada cardíaca con resucitación infructuosa) o en asistolia controlada también denominada tipo III de Maastrich (limitación del tratamiento de soporte vital).

Podemos aumentar las posibilidades de trasplante con resultados todavía mejores con el trasplante de donante vivo ya sea emparentado (padres, hermanos, abuelos, hijos, tíos, primos…) o no emparentado (pareja, amigo…). Pero aproximadamente un 30% de parejas donante-receptor son incompatibles, ya sea por incompatibilidad de grupo sanguíneo o por la presencia de anticuerpos específicos anti-HLA contra el posible donante. En estos casos, se dispone de dos alternativas que pueden ser complementarias, la donación cruzada y la desensibilización.

El trasplante renal cruzado es un trasplante renal de donante vivo que se realiza entre un donante y un receptor desconocido, que es el resultado de un intercambio entre los donantes de, al menos, dos parejas. Las parejas se inscriben en un registro nacional y, varias veces al año, se realiza un cruce entre todas las parejas, de donde pueden salir las mejores combinaciones posibles.

Con la desensibilización se busca reducir el nivel de anticuerpos, o isoaglutininas, por debajo de un valor que se considere seguro para poder realizar el trasplante.

En casos de patología pancreática, hepática o cardiaca, también existe la posibilidad del trasplante combinado. Las personas con diabetes mellitus tipo 1 (ausencia de producción de insulina) y en algunos casos excepcionales de diabetes tipo 2 (al menos 5 años con insulinización y ausencia de producción de insulina) y de edad inferior a 60 años, que además sufran de insuficiencia renal crónica terminal pueden beneficiarse de un trasplante simultáneo de páncreas y riñón. Las personas con enfermedad renal terminal y que además presenten hepatopatía avanzada o enfermedades metabólicas hepáticas que causan insuficiencia renal (polineuropatia amiloidótica familiar, hiperoxaluria primaria tipo 1)  se beneficiarán de un trasplante simultáneo de hígado y riñón. Y, por último, las personas con enfermedad renal terminal y una cardiopatía avanzada con criterios de trasplante cardíaco se podrán beneficiar de un trasplante simultáneo de corazón y riñón.