HISTORIAS RE(N)ALES. JOAQUÍN CABRERA
En verano de 2006 se registraron récords históricos de temperatura. Pero cuando Joaquín recuerda aquel verano, piensa en el tiempo en términos muy diferentes, ya que a él, se le detuvo por momentos.
Permitidme que os cuente su historia de superación …
Joaquin lleva una vida ocupada, es padre de familia numerosa y gerente en funciones de una empresa constructora con 70 personas a su cargo. Es diabético desde pequeño, y es consciente de que esta enfermedad puede afectar a la vista y los riñones, pero no vive demasiado pendiente de esto. Hasta que un día, un dolor de cabeza intenso y persistente le obliga a ir al centro de atención primaria, donde detectan que tiene la tensión muy alta y lo derivan a Urgencias. Allí se activa el protocolo, y finalmente, no son buenas noticias. Le comunican que sufre una insuficiencia renal grave. En estos momentos tiene 33 años y tres hijos pequeños. No es del todo consciente del alcance de la noticia que recibe. Poco a poco, sin embargo, el equipo de nefrología va informándole y él va asimilando lo que tiene ante sí. Sin perder el ánimo, intenta “normalizar” al máximo la situación y ser positivo, para proteger la familia. Se somete a diálisis peritoneal, lo que le permite continuar con sus actividades laborales y así sentirse más libre y no tan pendiente de la enfermedad.
El domingo 24 de febrero de 2008, recibió una llamada que nunca olvidará. Recuerda las prisas, los nervios, y la incertidumbre de aquella primera vez.
Al día siguiente, Joaquín se sometió a un doble trasplante de riñón y páncreas. La recuperación no fue un camino de rosas. Debido a la diabetes, le costaba bastante cicatrizar. También se le produjo una fisura por la que salía orina hacia el cuerpo. Mientras no lo detectaron, aquello le causaba muchos dolores y no podía dormir. De aquellas noches difíciles, recuerda un “ángel”, Beni, enfermera del turno de noche, que pasaba horas hablando con él para distraerlo del dolor.
El 10 de abril, después de un mes y medio ingresado, recibe el alta hospitalaria y comienza una nueva vida. Le gustaría mucho poder conocer a la familia de su donante, porque gracias a su generosidad, no necesita insulina desde 2008.
Aunque actualmente el páncreas trasplantado sigue funcionando, no fue así en el caso del riñón. Debido a una lesión en la vejiga , Joaquín sufría a menudo de infecciones, que poco a poco, van deteriorando la función renal. Hasta que, el 24 de marzo de 2014, tuvo que comenzar el tratamiento de hemodiálisis. Esta es la etapa más difícil para él, sobre todo por la periodicidad y la fístula (conexión necesaria entre vena y arteria para llevar a cabo la diálisis). Pero lejos de hundirse, Joaquín comenzó a practicar actividad física intensa. Realizar deporte diariamente le ayudó mucho tanto física como mentalmente, se sentía fuerte, en buena forma, mantenía el potasio a raya y se encontraba más animado y enérgico. Tampoco, olvida los compañeros de diálisis, hizo buenas amistades que contribuyeron a aliviar las dificultades del proceso.
Actualmente Joaquín se recupera de un segundo trasplante renal. Él ya está acostumbrado a las complicaciones. Confiesa que después de tantas intervenciones, no tiene miedo a los hospitales ni a las agujas, pero que cuando ve una bata blanca, un escalofrío recorre todo su cuerpo.
Agradece muchísimo el apoyo de sus hijos, que le han acompañado durante estos meses difíciles después del trasplante. También el del resto de familiares y amigos. Y una inmensa gratitud le invade cuando piensa en su donante y en las ilusiones y sueños que gracias a él podrá hacer realidad. El más inmediato, es poder participar en la Transplant Bike, pero lo que hace que le brillen los ojos, es pensar en el viaje que tiene pendiente con sus amigos y compañeros de afición. Recorrer en moto los 3.939 kilómetros desde Chicago hasta Los Ángeles de la famosa ruta 66.
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