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Bajar de Peso no es un objetivo terapéutico, es una consecuencia.

Bajar de Peso no es un objetivo terapéutico, es una consecuencia.

Según Global Obesity Observatory (2019), el 53,8% de la población adulta se encuentra con sobrepeso u obesidad.

 

Es cierto que puede haber una parte genética en la capacidad de almacenar grasa. En parte gracias a ella, nuestra especie pudo sobrevivir en épocas de hambrunas con largas caminatas a la intemperie buscando alimentos. No obstante, esa genética, que en su día nos salvó, no se adapta a la vida moderna en la que después de una larga jornada laboral sentados en la oficina, terminamos nuestro día sentados en un sofá con calefacción y la nevera llena. Por ello, es importante readecuar nuestro estilo de vida a nuestro diseño fisiológico.

 

Para ello es necesario hacer un descanso digestivo nocturno intentando llegar a un mínimo de 12 horas. Aprender a diferenciar el hambre real de lo que no lo es. Si tienes hambre de galletas, seguramente no sea hambre real. Escúchate e intenta saber si quieres comer por aburrimiento, un vacío emocional, ansiedad, autoconsuelo… Si este es tu caso, trabájalo.

 

También es importante consumir alimentos reales y no productos. Eso, lo sabrás reconocer por el etiquetado, los alimentos reales (verduras, frutas, carne, pescado, huevos, cereales…) no suelen necesitar una etiqueta que nos explique qué llevan, si un alimento tiene una etiqueta con una larga lista de palabras, seguramente no sea una buena opción alimentaria.

 

Algo interesante sería reducir los alimentos excesivamente palatables, esos alimentos que nos aportan una explosión de sabor, ya que suelen llevar muchos aditivos y nos hacen comer de más. En resumen, no nos dejan escuchar nuestras sensaciones corporales de saciedad.

 

Otro básico sería añadir actividad física en tu vida diaria. La vida actual, con trabajos sedentarios, un sistema educativo sedentario y un ocio sedentario (televisión, RRSS, videojuegos…)  deja poco espacio para la actividad física, y ésta es imprescindible para una buena salud. Muévete. Camina, sube escaleras, agáchate, juega con tus amigos, hijos o nietos, baila, sal a correr o en bici y practica algún ejercicio de fuerza.

 

También está la falta de sueño reparador. Dormir poco desregula hormonas de saciedad, a la vez que hace que quememos menos y tengamos más ventana horaria comiendo, tengamos más hambre y estemos más estresados. En conclusión, dormir poco, engorda.

 

Y por último no podemos olvidarnos de la importancia del estrés, cuando algo nos sobrepasa a veces respondemos comiendo compulsivamente, a menudo productos o alimentos dulces, para generar un pico de placer que fácilmente se convierte en algo efímero e incluso, autodestructivo. ¡Aprender a trabajar y gestionar nuestro estrés es clave para una buena salud!

 

Al igual que no se puede resumir la obesidad en un simple exceso de calorías y falta de voluntad de quienes la padecen, no debemos olvidar todos los demás factores que la acompañan, cómo la biología, el estilo de vida en general, los alimentos que elegimos, la salud mental, la gestión del estrés, el sueño, los acontecimientos de la vida e incluso el acceso a la sanidad y la educación. Por ello es vital dejar de estigmatizar y discriminar a las personas con obesidad y apoyarlas de manera integral. Trabajando desde todas las áreas de la salud en el apoyo y ayuda a estas personas.

 

Es por todo esto que bajar de peso no debería ser un objetivo terapéutico, sino, una consecuencia, el resultado de volver a un estilo de vida que se adecue más a nuestra fisiología.

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