El duelo en pacientes renales ¿Qué se ha perdido?
¿Por qué hablar de duelo en pacientes renales? ¿Qué se ha perdido?
Desde un análisis ajeno, podemos generalizar y proponer que en déficit, la persona con una disfunción renal severa pierde la función primordial de los riñones (que en ocasiones quedan dentro del cuerpo)* y empieza a experienciar un cansancio y deterioro físico concreto, pero en exceso, presenta una dependencia al tratamiento muy significativa además de un sentimiento de culpa por la repercusión que su situación médica y atencional efectúa a su alrededor.
De este modo, ¿qué sería interesante permitirse perder?
Empecemos por intentar entender qué es un proceso de duelo.
Corominas y Pascual (1991) sugieren una doble etimología de la palabra “duelo”. Por un lado, dolus significa dolor, pena o aflicción. Y duellum, variante fonética arcaica de bellum que significa batalla, desafío, combate entre dos.
Es decir, el duelo como un desafío doliente, el cual necesita tiempo y energía por parte del combatiente.
Sigmund Freud planteó el proceso de duelo como un pasaje dentro de la normalidad.
La cultura y la religión nos han permitido marcos, rituales, explicaciones sobre la muerte y su afrontamiento: ropa de color negro, tiempo de luto según la proximidad familiar, ceremonias, etc.
No obstante, actualmente y a menudo encontramos un fallo en el anudamiento de estas propuestas (como pueden ser otras) con el proceso personal e intrasferible de cada uno. Llegando al punto que lejos de proceder a un duelo subjetivo, se detienen sus tiempos y se encienden los mecanismos defensivos por la exigencia social de felicidad permanente. Todo esto no sin consecuencias. Precisamente, Herrera, Nobles y Acuña (2011) plantean que los duelos detenidos en el tiempo empujan al sujeto a postergar, a inhibirse a avanzar, a boicotearse, a repetir ciertos actos nocivos con una actitud rígida con resistencias al cambio.
Entonces, ¿cuáles serían esos tiempos? Bauab (2001) nos explica tres tiempos en el proceso de un duelo.
Durante el 1º tiempo se trataría de localizar la falta, nombrarla y aceptar que algo se ha perdido, no renegar de ello. En un 2º tiempo habría un trabajo de simbolización que en este caso, conlleva un displacer doliente. Se trata de ir aceptando que el objeto ya no está por lo que se hace necesario retirar la libido adherida a ese objeto perdido para pasar a un 3º tiempo, donde en una posición actualmente activa, se consuma por segunda vez la pérdida. Esta vez, perdiendo en lo simbólico lo que se había perdido en lo real (en un primer tiempo). Es decir, perdiendo en las palabras lo que ya se había perdido en el cuerpo.
El proceso es un vaivén del apego a la separación y de la separación al apego (Cervilla, 2017). Es común que el sujeto en duelo incorpore rasgos del objeto amado en el afán inconsciente de retenerlo dado que es una operación plagada de fuertes resistencias que no se concluye con un objeto sustitutivo, como en este caso sería la máquina dializadora.
El fin del duelo es transformar la relación con el objeto perdido, aceptando que habrá una pérdida sin restitución porque se ha perdido algo irremplazable, y así libidinizar otros objetos que sustituyen al ausente siempre de forma diferente.
Esther Jiménez (Psicóloga)
* Hay que tener en cuenta que en ocasiones se pierde la función renal pero se mantienen los riñones dentro del cuerpo dado que siguen segregando hormonas. No obstante, en otros casos, se extraen del cuerpo por motivos infecciosos et al.
Bibliografía
Cervilla Sánchez, Francisco. (21 de febrero del 2017). Éxito del duelo. Cartel Psicoanalític. Recuperado de: http://cartelpsicoanalitic.blogspot.com.es
Herrera, K., Nobles, L. & Acuña, E. (2011). Características psicodinámicas de duelo en pacientes con insuficiencia renal terminal. Psicología desde el Caribe. Universidad del Norte. Nº28: 197-218.
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