Historias con cara y ojos. Raül.
Me llamo Raül y me falataba una semana para cumplir los 20 cuando me diagnosticaron la enfermedad.
Acudí al medico de cabecera porque me sentía raro y decidí hacerme unos análisis. Cuando fui a recoger los resultados una semana más tarde, el médico me derivó a urgencias. Mis padres y yo pensamos que se trataría de algo de poca importancia, que me curaría rápido y ya, pues nunca había ido al médico por algo que no fuera un resfriado. Pero nos equivocábamos. Aquella fue una de las semanas más duras de mi vida. Analíticas, biopsias, incertidumbre…
Después de unos días ingresado, obtuvimos el diagnostico e inicié el tratamiento, que sería largo y duro.
Mi vida cambió. En aquel entonces estaba considerando volver a estudiar tras una época de rebeldía. Pasé de ser muy activo a ser sedentario por los efectos secundarios de la medicación y las propias limitaciones de la enfermedad. ¿Cómo podia un chico como yo, deportista y saludable, encontrarse en esta situación?
Tardé años en aceptar la situación y reconocer que aquello me acompañaría para siempre. Intenté recuperar la “normalidad”, iniciar nuevos proyectos formativos para afianzar el futuro, pero al principio fue duro. Perdía muchas clases por tener citas frecuentes con el médico, o sencillamente porque no me encontraba bien. Pero poco a poco aquella situación fue mejorando, la medicación no era tan fuerte ni los efectos secundarios tan adversos.
Con el tiempo conseguí hacerme a la idea de que la enfermedad había venido para quedarse, y que de mí dependía asimilarlo o permanecer en la oscura cueva del desánimo que me impedía ser todo lo que yo había sido antes. Entendí que solo hay dos opciones, adaptarse o rendirse, y lo segundo no me gustaba. Intenté entrenar la mente y concentrarme en aspectos positivos, como la gente que me ha rodeado y que sigue ahí, para lo que haga falta. También tuve que adaptar la dieta y el modo de practicar ejercicio físico, sobre todo al empezar la diàlisis.
No podia practicar el tipo de deporte al que estaba acostumbrado, así que tuve que buscar una alternativa que se adaptara a mis necesidades. Así fue como descubrí el maravilloso mundo del Tiro con Arco, deporte con el que me encontre por casualidad y hoy es mi pasión. Gracias al Tiro con Arco he podido reencontrarme a mí mismo, le debo muchísimo.
Nunca dejé de trabajar, porque dado que la naturaleza de mi Trabajo me lo permitía, preferí mantenerme ocupado, me ayudaba sentirme útil. Y esto es algo que recomiendo, mantener la mente ocupada, porque aunque estés enfermo, se pueden emprender nuevos proyectos y conseguir grandes cosas.
LA LLAMADA
Mi consejo es no esperar la llamada. Aunque es normal impacientarse y tenemos derecho a pasar malos momentos y alguna que otra rabieta, es mejor aprender a vivir cada día con lo que traiga. Como siempre, la llamada llega cuando menos la esperes.
En mi caso fue un jueves 3 de enero, en plenas fiestas navideñas de 2013. Eran las nueve de la noche y me disponía a hacer el pase de diàlisis peritoneal, como cada día, tres veces al día desde hacía más de dos años. Y sonó el teléfono. Recuerdo los nervios, los temblores y la emoción al desinfectar el orificio del catèter. Me repetía: “Raúl, no te equivoques, hazlo todo tal como te enseñó aquella enfermera del Arnau, que todos sabemos quién es…” Recuerdo los sentimientos encontrados de emoción y prudencia, y el caos mientras preparaba la maleta a toda prisa.
Hoy, 5 años después, puedo decir que llevo una vida normal, todo funciona estupendamente y me sigo emocionando al recordarlo. He recuperado el deporte, sigo activo en el trabajo, incluso he empezado algun proyecto personal nuevo. Quiero aprovechar estas líneas para agradecer a todas aquellas personas que han estado a mi lado, tanto profesionales como família y amigos, todo lo que han hecho por mí. Nunca tendré palabras suficientes para expressar mi gratitud.
Si pudiera volver atrás, cambiaría algunas cosas. Sobre todo mi actitud de los primeros años. Intentaría asimilar antes el hecho de estar enfermo para que afectase menos a mi entorno. Con los años he aprendido que la actitud lo es todo, o casi todo, porque puede hacernos grandes o minúsculos. Y he conocido las propiedades “curativas” de las sonrisas y los abrazos.
Por último quiero dar las gracias al Hospital Arnau de Vilanova, a sus médicos, enfermer@s, a Udetma… Sois muy grandes y nos hacéis grandes. También a mi família y a mi pareja por estar siempre a las duras y a las maduras. Sois un pilar fuerte en mi vida y me habéis ayudado mucho más de lo que en ocasiones hubiera merecido.
Raül Hernández Garrido, enfermo renal crónico.
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